El Taller del Carnicero
Desperté con el olor a café recién hecho y el sonido suave de la ciudad despertando. Nadine ya no estaba sobre mi pecho —la encontré en la pequeña cocina, preparando desayuno con esa economía de movimientos que habla de rutinas bien establecidas. Me sonrió cuando me vio incorporarme con esfuerzo, mi espalda protestando por haber dormido en el sofá. —Buenos días, Hacedor —dijo, pasándome una taza humeante—. Tienes mejor cara que anoche. Tenía razón. El agotamiento de usar mi vitalidad para las runas había desaparecido casi por completo. Me sentía... renovado. Como si una noche de descanso hubiera sido suficiente para restaurar lo que había gastado. Era extraño, pero agradecido. Miguel e Isthar ya estaban despiertos, sentados en el suelo compartiendo lo que parecía ser pan tostado con algún tipo de mermelada. Luis estaba en un rincón, en modo de baja energía pero alerta. —Tenemos que movernos —dije después del primer sorbo de café. Sabía amargo y fuerte, exactamente lo que necesitaba—. C...