El regreso
Las siguientes cuarenta y ocho horas en la jungla fueron una prueba de resistencia que no había enfrentado desde mis días en el servicio militar. Cada ruido entre la maleza me ponía en alerta, cada sombra podría ser una amenaza. Los gruñidos lejanos que resonaban entre los árboles me recordaban las palabras de Totovía sobre una enorme pantera que acechaba en el bosque. Pero mi preocupación por Isthar superaba cualquier miedo. Utilicé todo lo que había aprendido en mi juventud: los nudos de los scouts, las técnicas de orientación de aquellos libros de supervivencia que devoraba de adolescente, la disciplina del ejército. Construí un refugio improvisado, mantuve a Isthar abrigada y seca como pude, y racionalicé las provisiones que había traído. La humedad era constante, opresiva, y el sonido de la selva nunca cesaba. Pero sobrevivimos. Cuando finalmente vi a Luis regresar montado en lo que solo puedo describir como aves enormes de plumaje brillante, sentí un alivi...
Comentarios
Publicar un comentario