Raíces en Oasis - Parte I
El viaje de regreso a la mansión de Totovía fue largo pero necesario. El olor a tierra húmeda y vegetación densa llenaba el aire mientras Orange trotaba por senderos que ya conocía de memoria. Necesitábamos reagruparnos, procesar todo lo que había sucedido en Oasis, y sobre todo, necesitaba comenzar con el proyecto que había estado gestándose en mi mente desde que empecé a recuperar piezas de las naves accidentadas. No sería una moto. Lo que tenía en mente era algo más ambicioso. En mi taller improvisado, el constante zumbido de herramientas eléctricas y el crepitar de la soldadura se convirtieron en la banda sonora de mis días. El olor a metal caliente, aceite lubricante y ozono de los circuitos eléctricos impregnaba cada rincón. Con la ayuda constante de Luis y las ocasionales visitas de Isthar —quien seguía demostrando ese talento natural para la mecánica que me sorprendía cada día— comencé a ensamblar lo que solo podía describirse como un vehículo aerodeslizador. No era elegante co...