La mansión del bosque.

Mientras caminaba por el bosque empapado por la tormenta, sentía que me perdía y me encontraba desesperado. Pero entonces vi algo que me hizo detenerme en seco: una mansión victoriana que parecía surgir de la nada. Un peculiar personaje, vestido con una túnica hermosa y hablando en castellano, salió a recibirme. Algo en él me resultó familiar, pero no lograba recordar qué era. Me ayudo a llegar y atendió mis heridas, así como me acompaño al baño a que me duchara, y me trajo una vieja, pero de muy buena factura túnica, que pude ponerme, no sin problemas debido a mi tamaño.

Acepté de buena gana su oferta de refugio y ayuda. Él me ofreció una sencilla comida, y mientras me contaba que podía quedarme allí, en una pequeña casa de servicio que se encontraba cerca de la principal. Cuando me llevo hasta ella, mi impresión fue que se trataba de la típica casita de servicio, que en su tiempo vi en mi viaje a Inglaterra, que parecía medio devorada por la vegetación, de un jardín que llevaba años sin ser cuidado. El lugar era un verdadero trastero, lleno de chatarra y pequeños electrodomésticos, cables y piezas de robots. Agradecido, le ofrecí cuidar la casa y arreglar el jardín a cambio de poder quedarme allí, el me dio total libertad y aceptó, creo que la compañía era suficiente pago, pero no pretendía estar allí por nada.

Así que comencé a trabajar en el jardín, y fui despejando la pequeña casa. Solo tenía una planta, una cocina-comedor, un par de habitaciones y un pequeño baño. El resto del tiempo, tras solucionar el inicial problema de la energía, era poder crear para mi compañero un dispositivo más cómodo. Así que por medio de algún hardware y con la ayuda de miles de manuales y mucha constancia y paciencia. Lo que parecía chatarra y antiguo resultó ser, en realidad, tecnología muy avanzada de una civilización que vivía allí antes de caer en el declive. Aprendí poco a poco el lenguaje que usaban, y me pareció tan absolutamente natural y comprensible, como si yo mismo lo hubiese ideado, la increíble modularidad y compatibilidad, convertía, los montajes en una especie de LEGO©, y todo ello gracias a los libros y a la gran biblioteca de mi anfitrión, Totovía, quien coleccionaba estos y los atesoraba como joyas.



Con el tiempo, mi amigo Luis y yo desarrollamos una amistad muy especial, casi de complicidad, y también con Totovía, que se unía a esta extraña comunidad como uno más. Hasta que un día vimos caer un meteoro, Totovía nos dijo que era alguna suerte de cápsula o nave que caía a la Tierra. Con los nuevos medios que habíamos creado y utilizado gracias a la tecnología avanzada, detectamos que se trataba de una cápsula de salvamento. Me dirigí al bosque tan pronto como pude para buscar supervivientes, no sin antes tomar provisiones, algún material de primeros auxilios, y lamentando la aparente inexistencia de medios de comunicación de lago alcance.

Cuando llegué allí tras casi un día de viaje, lo primero que hice fue abrir la cápsula. Mi sorpresa fue mayúscula. ¡La que estaba dentro era mi hija, Isthar! Pero mayor, aparentaba como de unos 25 años Su ropa la identificaba como un soldado y llevaba armas.

Con esfuerzo y determinación, logré sacar su cuerpo de entre los restos de la cápsula. Mi mente no dejaba de dar vueltas a lo que podría haberle sucedido y por qué había aparecido allí y con esa edad. Pasaron mil teorías, viajes en el tiempo, dimensiones, velocidad, mundos paralelos. Pero no me cabía duda se trataba de mi hija.

A pesar de que parecía estar sana y fuerte, una brecha en su frente y la inflamación no auguraban nada bueno. La saqué de la cápsula sobre todo intentando alejarla de los vapores. Pero no despertaba, a pesar de mis intentos de reanimarla.

Necesitaba ayuda, pero fácilmente me costaría casi dos días regresar a casa de Totovía con ella, lleno de miedo y preocupación. Pensé, que me encontraba muy bien, la comida sana, el aire libre y el ejercicio, pero mi corazón me diría hasta dónde podría llegar.

Mientras caminaba por la jungla, empapado por la tormenta, sentía el aire fresco y húmedo en mi piel y el suelo blando bajo mis pies. Los sonidos de la naturaleza me rodeaban: el canto de los pájaros y el crujir de las hojas. Pero también había otras criaturas allí, más peligrosas: oía el gruñido de las fieras y el rasgar de sus garras en alguna superficie, me dije que quizás mi imaginación era responsable de esa parte.

Con mi hija habían regresado también más fantasmas del pasado. Tenía mis dudas sobre si conseguiría llegar a la mansión y no me atrevía a dejarla sola. Aun así, mi preocupación por ella era mayor que cualquier miedo.

Así que con la ayuda de mi amigo Luis, en su nuevo cuerpo DummyBot, me ayudo, tanto como podía, pero no era suficiente, ambos sabíamos que necesitábamos ayuda. Así que lo hablamos y se ofreció a adelantarse para buscar la ayuda de Totovía. Mientras tanto, mi amigo Luis trataba de quitar hierro al hecho de que se fuera y me dejara solo en el bosque. "¿Te crees que alguien se comería a alguien tan feo como tú?", bromeó. Aunque intenté sonreír, no podía evitar sentirme preocupado por lo que pudiera pasar.

Sobre todo, ahora consciente de que estaba solo de que me encontraba en la jungla, cada vez oyendo más cerca a criaturas que no podía identificar, mientras intentaba arrastrar el cuerpo de mi hija. Haría lo necesario para que ambos sobreviviéramos. Pero sería suficiente.

Continuará

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